Mirar un árbol es como mirar un mundo. Un pequeño mundo, con miles de ramas y en esas ramas miles de ramas y en esas mismas ramas otras millones de ramitas que nacen y nacen para acabar en una pequeña hoja o simplemente acabar sin nada. Es algo meláncolico, pero es algo apasiguador y tierno que nos encanta ver. O por lo menos a mi...
Luego te apasiona la luz del cielo que puedes captar entre esas ramas y hojas verdes...
También me recuerda a un ser humano vivo, al interior de un ser humano. Al corazón que forma parte del tronco y a las ramas que son las venas que lo comunican con toda la sangre que transporta... Siento que es algo asi como familiar... ¡Lo adoro!

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